miércoles, 30 de mayo de 2018

Sin ley nunca saldremos del atolladero económico


No es nada nuevo decir que la situación económica en Venezuela es muy difícil, y aunque son muchos los mecanismos que se han implementado ninguno ha traído los resultados que necesitamos, y no es de extrañar que esto suceda, ya que estos mecanismos han atacado debilidades tecnológicas, organizativas y económicas pero han olvidado acompañadales con un sistema de sanciones reales que le den al estado ese grado de autoridad que debe tener, no con la intención de crear una cacería de brujas sino de hacer valer la ley.
Sin embargo hay que recalcar que las leyes existen, algunas de ellas extraordinaria, pero las sanciones no se cumplen, creando una impunidad generalizada en la población, donde nadie toma responsabilidades por las acciones que realiza sin importar la gravedad de los hechos.
Por eso es preocupante cuando vemos gente conocida por nosotros como un primo Eduardo vendiendo un apartamento en dólares, a pesar que la moneda oficial es el bolívar; a una compañera de trabajo como Moraima, que se graduó como maestra muy joven y afirma que le gustan los niños, raspando cupo y vendiendo los dólares en el mercado negro; o escuchar que la Psicóloga Fernandez abandono su consultorio para irse a vender billetes venezolanos en Colombia, pero además alarma como se comenta con la mayor normalidad, incluso como una alternativa para enfrentar la situación económica del país, incitando a todos a su alrededor a comportase igual, porque “total, todo el mundo lo hace” contagiando cada vez más a más personas.
En la calle la situacion no cambia, los bachaqueros, los raspacupo, los vendedores de efectivo, los trabajadores que han salido del país metiendo reposos en sus trabajos (tanto del sector público como del privado), se enriquecen y se multiplican por miles cada día aun cuando policías, militares y supervisores inmediatos saben lo que ocurre.
Sería fácil decir o pensar que el problema es que el policía, el militar y el supervisor inmediato “recibe su tajada” pero ahí no está el problema, porque en caso que haya un policía, un militar o un supervisor inmediato que haga la denuncia nada ocurre y todos lo sabemos.
Esa impunidad, acompañada de una inmensa sociedad de cómplices hace esteril todo intento de salir de la situacion nacional, hay quienes dicen que el problema es que agarran a los peces pequeños y dejan libres a los grandes, pero yo difiero de este punto de vista porque, aunque la impunidad entre banqueros, generales y gobernantes causa un gran daño social y económico muy grave, la impunidad generalizada, convertida en una cotidianidad, convirtiéndose la actitud de delincuente en una actitud normal o de una viveza criolla, como si meterse en una cola fuera lo mismo que ir todos los días a apartar puesto en la cola para luego vender los puestos, porque solo atienden 10, 15 ó 50 al día.
No sabemos hasta qué nivel se ha dañado moralmente nuestro país. Y no hablamos de esa moral estéril profesada la iglesia y que se ruboriza cuando se muestra un preservativo en una escuela, sino con la moral de la honestidad, del respeto, la que nos permite saber lo que es legal , lo que es honesto y lo que es justo, la misma que no permite convivir incluso cuando vamos a otros países con otras costumbres y otras leyes, por eso es necesario que el estado asuma la responsabilidad que tiene de hacer cumplir la ley, no con multas y sanciones administrativas que dan risa o con programas de casas por cárcel cumplidas en hoteles de 5 estrellas, sino con años de prisión verdaderos; revocación de títulos académicos; decomiso total de los bienes adquiridos, directa o indirectamente, de forma ilícita; que quien cometa delito no le queden ganas de actuar fuera de la ley porque las acciones tiene consecuencias. Pero al mismo tiempo en la población debemos aplaudir e impulsar estas sanciones no como una retaliación para los que nos roban cada día, sino como una necesidad de salud pública.
Huasca Gonzalez Valecillo

martes, 22 de mayo de 2018

Las elecciones eran fáciles, ahora viene lo difícil


Terminó el periodo electoral. Ganó Nicolás Maduro como ya se sabía, ya que ninguno de los contrincantes electorales tenía un verdadero apoyo de la población venezolana, ni por parte de los opositores ni por parte de los revolucionarios molestos por la situación actual del país, pero más allá de la facilidad electoral, toca preguntarnos: ¿Qué se va a hacer para poner orden al país?
Actualmente, Maduro posee todos los poderes políticos de gobierno, no solo la presidencia sino además la Asamblea nacional constituyente, el poder político más importante de cualquier país ya que no solo puede crear leyes sino modificar la constitucional nacional, y con ella todo el marco jurídico de la nación lo que le da una plataforma inmensa de posibilidades.
Además cuenta prácticamente todas las gobernaciones y alcaldías del país a su entera disposición, asi que no es posible que se den órdenes en Caracas y no se atiendan en los estados o los municipios.
Por lo tanto no hay excusa posible para lo que pueda ocurrir en adelante, a menos que sea por razones climáticas como meteóricos, maremotos o similares que destruyan al planeta y en ese caso quedaría disculpado de la responsabilidad que ha asumido.

Mi tio juega la era de los imperios

Para los que no lo sepan, la era de los imperios es un video juego donde cada jugador posee una nación y para poder ganar debe invadir del castillo de los otros jugadores, ganándose su recursos económicos y territoriales, los cuales le servirán para facilitar la invasión de otras naciones y sus recursos.
Recientemente me he acordado de la forma de jugar de mi tío, él simplemente ubica un soldado en el camino de los campesinos que surten de comida a las ciudades enemigas y poco a poco las va matando de hambre sin poner en riesgo a ninguno de sus soldados, de modo que solo cuando ya las ciudades están totalmente indefensas él moviliza sus tropas y conquista las ciudades.
En nuestro país viene ocurriendo algo similar, campesinos, militares, comerciantes y población en general son atacados por el virus de la corrupción y la impunidad, y vienen matando la economía del país y siendo causantes de una falta de alimentos generalizada; ese es el verdadero enemigo. Uno tan invisible como difícil de derrotar ya que está muy bien guardado entre los antivalores de cada ciudadano disfrazado de “deseo de superación”.
Impulsado con multas escuetas y avisos que no atemorizan a nadie porque todo el mundo sabe que no hay seguimiento, la impunidad se ha arraigado no solo existente en las altas esferas del poder económico, político, civil y militar, sino también entre los de a pie, que se han convertido en raspacupo, en bachaqueros de acera o de frontera venden todo al precio que les da la gana, sacan los billetes de circulación cuando les da la gana; en choferes y colectores del transporte público que son verdaderos abusones que incumplen las tarifas, las rutas, los convenios con estudiantes y adultos mayores.
Y cuando llega a haber alguna acción judicial, los que son ricos van a ramo verde, prisión militar donde engordan, hacen ejercicio y los cuidan más que a un niño amado, aunque sean civiles o sino es que se enferman les toca casa por cárcel, casa mas grande que todo el barrio donde yo vivo. Por otro lado están los bachaquero a la vista de todos y no hay ni un policía de rolito que le diga nada porque tienen un padrino juez (civil) o general (militar) que los protege, por tanto la pregunta para el gobierno de Maduro no es ¿qué va a hacer? Sino una más difícil: ¿cuándo van a empezar y con que cuenta para hacerlo?.

Huasca Gonzalez Valecillo