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En junio del 2018, así como en años anteriores, Lori Lewis y Chadd Callahan, fundadores de la firma Cumulus Media, publicaron estadísticas refiriéndose a la interacción a través del internet, en ellas contabilizaban la cantidad de veces que nos expresábamos a través de la red en un minuto.
Sesenta segundos eran suficientes para que 973 mil sesiones de Facebook se iniciaran, más de un millón de golpes en Tinder fueran concretados, se desplazaran más de 174 mil usuarios en Instagram, fueran enviados 38 millones de mensajes por whatsapp y 481 mil Tweet fueran publicados.
Sin embargo, el sistema de medios públicos del estado venezolano parece no haberse enterado de esto, ya que continúan con una política comunicacional de espalda a las redes sociales, atendiéndolas como si fueran pequeños periódicos que salen de a pedacitos.
La
2.0 del Sistema de Medios Públicos
En las redes sociales la audiencia es la protagonista o
tiene la sensación de serlo, todo el mundo comenta o republica todo aquello que
por algún motivo le gusta, le entretiene o con lo que se identifica pero en los
medios del estado todo es publicado para que los jefes de la estructura de
gobierno lo vean, es decir sus contenidos no están dirigidos a los intereses de
la audiencia, esto tal vez en radio, prensa o la televisión no se note mucho,
pero en el mundo de las redes sociales sí.
Otro aspecto importante, dentro de las característica del
sistema de medios públicos es la poca inversión en equipamiento, por lo general
los periodistas no cuentan con un teléfono de alta generación o una tableta y
en ocasiones ni siquiera con una computadora con internet adecuado a las
necesidades, sin embargo el problema no se queda ahí, ya que la mayor parte de los
periodistas tampoco tienen una preparación especializada en redes sociales, por
tanto su trabajo es basado en la experiencia individual y la curiosidad.
Una forma clara de identificar esta afirmación es ver como una cuenta de twitter con más de 5mil seguidores difícilmente alcanza las 50 interacciones (respuestas, me gusta, retweet) al mes, es obvio que son seguidores de una cuenta de twiter pero no siguen las publicaciones, no hay afinidad.
Mostrando
la crisis mediática
Recientemente, con el atentado contra el presidente Nicolás Maduro (Agosto 2018) pudimos ver la debilidad del sistema de medios públicos frente al arsenal comunicacional de la derecha que en menos de 30 minutos había inundado las redes sociales con memes de todo tipo, ridiculizando al presidente de la nación y a la Fuerza Armada, se levantaron teorías conspiración gubernamental o de ansias de poder y se hizo ver al país como un territorio vulnerable ante cualquier ataque.
A Diosdado Cabello y a Cilia Flores los colocaron como los rostros de la conspiración interna, incluso publicaron la foto de Flores mostrando una supuesta risa burlona en plena detonación, por su parte Maduro no se fue ileso, al presentarlo como una planificador de un autoatentado o el aprovechador de un hecho fortuito; lo cierto es que, en las redes sociales, fue declarado el dron como héroe nacional. Todo esto ocurría mientras el gobierno nacional no daba ningún tipo de respuesta comunicacional para enfrentar la artillería de memes que inundaron facebook, twitter e instagarm.
Casi llegando la noche, Nicolás Maduro, en cadena nacional dio unas palabras explicativas del asunto, pero ya era tarde, las opinión pública ya se había formado, los memes publicados en las redes sociales había hecho el trabajo, ahora Maduro era un cobarde, Venezuela era un país vulnerable y en el gobierno todos son unos traidores.
Lo cierto, es que sin importar el nivel de veracidad de los
hechos, una y otra vez el sistema nacional de medios públicos se ve disminuido
en el mundo de la redes sociales y esto continuará ocurriendo mientras no
entiendan que el mundo de las redes sociales no es posicionar una etiqueta a
nivel nacional o mundial, ni tampoco es comprar una cuenta de Facebook con
muchos amigos para decir que tus publicaciones la ve mucha gente, el asunto es
la interacción, la conversación (o sea responder cuando te escriben, que la
gente sienta que los tres minutos que dedicaron a escribir fueron valorados con
una respuesta, aunque sea para decir “no es posible”), luego convertir esas
publicaciones en punto de referencia que influya en la opinión pública, pero
para eso se debe publicar pensando en la gente, en SUS necesidades, en SUS
aspiraciones y no en los jefes de una estructura de gobierno burocrática.
Huasca Gonzalez Valecillo
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